miércoles, 19 de diciembre de 2012

CAPITULO 8


Hoy voy a dejar un poco de lado la línea temporal, para hablaros de algo concreto, de una emoción peligrosa, una emoción que impedía mi recuperación, el miedo.
Primero explicaré una de las normas principales de allí. "No hablar de nada relacionado con el TCA (trastorno de alimentación) a no ser que fuese necesario en una terapia de grupo" pero no se trataba solo de no hablar, también de no ver, no oír, no leer... Por ejemplo, si queríamos ver una película, antes tenía que verla alguien del personal del centro y dar su aprobación. Cualquier cosa podía ser censurada, sabéis cual es la película "Mi vida sin mí"? Trata de una chica con cáncer que a causa de la quimio, vomita. Bueno pues esa película se censuró. Tampoco podíamos ver películas tipo "El diablo viste de Prada". Incluso en las noticias o series de televisión había censura, si alguien en la serie se autolesionaba o salían pases de modelo en las noticias, o comentaban que una famosa se quedó muy gorda después del embarazo o que tal personaje podría estar sufriendo de anorexia, cualquier cosa de esas, la auxiliar enseguida cambiaba de canal. En las revistas y periódicos igual, recortaban artículos tipo dietas, recetas de cocina, cremas adelgazantes...
Esta norma me afectó de forma negativa, aunque yo no me daría cuenta hasta mucho después, nos estaban ocultando la realidad. La clínica se convertía como en un mundo falsamente feliz, era otro mundo...
Allí dentro no existía la presión social, sólo éramos chicas con un TCA en un nuevo mundo sin estereotipos sociales, ciegas a la realidad. "Es mucho más fácil matar a un fantasma que a la realidad"-Virginia Wolf

Poco a poco yo iba aceptando ese nuevo mundo y me empezaba a gustar. Allí nadie sabía el peso de otra, nadie se comparaba, ni en tallas de ropa, ni de zapatos ni en altura. Nadie era gorda y tampoco delgada. Sin quererlo hice de ese sitio mi hogar y de esas chicas enfermas y del personal, mi familia.
(Escribiendo esto acabo de entender una de las normas: no se estaban permitidas las muestras de afecto y tampoco darnos e-mail, teléfonos o quedar ni darnos regalos. Otra norma que me salté a la torera, si coges cariño a alguien... estás perdida)
Sentí que empezaba mi vida de cero, tenía amigas, algunas que me adoptaron como su hermana pequeña, que me cuidaban y se preocupaban por mí.
Tengo un especial recuerdo de María, una chica de unos 30 años intrigante, misteriosa... hablaba con pocas, conmigo apenas hablaba. En realidad yo no me acercaba mucho a ella, le tenía cierto respeto, allí era por desgracia la veterana de la clínica. Por como hablaba en las terapias se le veía una chica inteligente, madura y muy triste. Era una personalidad que me atraía mucho, que necesitaba conocer, pero no tenía valor, porque para mí era una superviviente con mil armaduras dispuestas a evitar cualquier emoción que le dañase, cualquier tipo de cariño, era yo, teníamos las mismas armaduras.

Yo casi no podía fumar, porque mi madre se negaba a darme dinero para tabaco. Un día mientras todas fumaban, María se acercó y me preguntó que si había dejado de fumar, le dije que no, que ya no me quedaba tabaco (no estaba permitido que otras pacientes me diesen cigarros) y le expliqué lo que pasaba con mi madre. Esa misma tarde ella tenía un permiso, cuando volvió me dijo "tienes un boli?", claro que tenía, pero... porque me lo pedía a mi? Así que fui a abrir mi cajón para darle el boli y encontré dos paquetes de tabaco. Me volví hacia ella, me guiñó un ojo y sonrió. Mi cara de agradecimiento y sorpresa debió ser increíble... María, la chica cerrada, la que no se encariñaba con nadie, me había comprado tabaco a pesar de lo que las normas dijesen. María me estaba cogiendo cariño. Así empezamos una oculta y bonita relación de amistad, rozando lo familiar. De vez en cuando encontraba una nueva sorpresa en mi cajón, una pulsera, tabaco, un libro etc. Yo respondí de la misma forma, o parecida, no podía comprarle nada, pero si podía regalarle dibujos o cualquier manualidad que hiciésemos con la animadora y meterlo en su cajón. Teníamos un secreto, estábamos incumpliendo las normas, pero ese secreto creó miradas y sonrisas de complicidad, sorpresas que nos hacían feliz durante unos instantes, sorpresas que solo nosotras conocíamos y que ninguna clase de norma conseguiría parar. (Después de siete años sigo recordando a María con una gran sonrisa.) Cosas como ésta me retenían en la clínica, inconscientemente de forma voluntaria. Mi miedo al mundo real iba creciendo...

Mi psicóloga me propuso retomar mis estudios, estaría fuera de la clínica de ocho de la mañana a cuatro de la tarde. Una parte de mi quería hacer vida normal, había recuperado peso y ya casi era una "persona normal" aparentemente preparada para el mundo exterior. Pero la otra parte de mí no se sentía preparada. Invadida por el miedo, empecé el instituto. Cada día mi miedo aumentaba, el mundo real... era feo, era cruel, no era mi mundo... Me dieron una beca para estudiar inglés en cualquier país de Europa, lo cual significaba mínimo un mes fuera de la clínica, y no solo fuera de ese mundo feliz que me habían hecho ver, sino en un nuevo país, con distintas costumbres. Esto hizo crecer mucho más mis miedos, miedo a la realidad, a la comida, a volar, a que nadie me entendiese, a que me pasase algo, a estar lejos de mi familia, miedo sobre todo a recuperarme y no tener que volver nunca más a la clínica... Mi reacción fue volver a bajar de peso. "Si sigues bajando de peso no te daré permiso para ir a Dublín" dijo mi psicóloga. Claro, baje de peso hasta el punto de no tener fuerzas ni para llevar los libros del colegio, en ese estado de salud, no podía viajar. Era la ocasión perfecta para evitar enfrentarme a esos miedos, bajé tanto de peso que no solo me prohibió ir a Dublín, sino que también me hizo dejar el instituto.

Yo misma me había esclavizado en aquel sitio al que tiempo antes llamaba cárcel. Adicción a la clínica, al cariño que recibía, o tal vez miedo al mundo exterior? Ambas cosas, unidas y muy peligrosas.


martes, 18 de diciembre de 2012

capítulo 7

Voy a seguir hablando de la clínica, ya que pasé mucho tiempo allí. En ese sitio tenías que tener algo muy claro: "O respetas las normas o pasarás más tiempo aquí del que creías" esa acabó siento mi actitud, evidentemente fue bastante tarde cuando me dí cuenta de esto...
Lo intenté, intenté respetar todas las normas, pero cada vez alargaban más mi estancia allí y eso me hacía derrumbarme cada día más. Hubo una época en que fue realmente duro para mí estar allí.
Como ya dije anteriormente, nos visitaba un endocrino, Jordi, cada dos semanas. Al entrar en la clínica te ponía la dieta más baja, 800kcal diarias. Con esa dieta empecé, y cuando Jordi lo creyó necesario me subió la dieta a 1000kcal, y de nuevo a 1200kcal. Conforme iba subiendo la dieta, yo iba subiendo de peso y eso no lo podía soportar... En esa época ya tenía algunos permisos, es decir, podía volver a casa el fin de semana y entre semana salir yo sola un par de horas al día. Aproveché para apuntarme a funky, lo cual provocó que bajase de peso y a consecuencia Jordi me volvió a subir la dieta. "Estás gastando mucha energía, tendremos que subir a 1400kcal"
No... no podía soportarlo, más comida no... Comencé una especie de lucha con Jordi, si el me subía la dieta, yo haría más por adelgazar, y si yo adelgazaba, el me volvía a subir la dieta. Y así estubimos, hasta que llegó a ponerme 1800kcal diarias y yo bajé a 45kg. Sinceramente no recuerdo cómo lo hice, porque con la cantidad de comida que me ponían era realmente difícil bajar de peso. Cada día odiaba más el momento de pesarse... sobretodo porque no podíamos saber nuestro peso hasta que no hablásemos con nuestra psicóloga, finalmente uno de esos días en que me fuí a pesar, antes de subir a la báscula la enfermera me dijo "Si has bajado un gramo, ya sabes lo que hay, llamaré a Jordi para que te atienda antes".
Claro, solo faltaba eso, que me adelantasen la visita con el endocrino...
Se reunieron la enfermera, el endocrino y mi psicóloga para hablar de "mi caso" y ponerme ciertas normas, únicamente para mi. Me retiraron todos los permisos, por lo que tuve que dejar el baile. No podría salir, ni si quiera en los paseos controlados, tendría mis horarios de fumar y de móvil como siempre, pero no saldría del centro.
Aquello ya me parecía exagerado, y muy injusto, pensaba que estaban todos en contra mía, que querían hacerme engordar y ya está, que nadie pensaba en como me podía sentir. Pero me prometí a mi misma que cumpliría las normas, así que lo acepté. Pero un día añadieron otra norma, de la que nadie me había informado, estábamos haciendo la actividad con la educadora, íbamos a preparar una coreografía pero yo no podía hacer esa actividad, entró la enfermera y me dijo que me sentase, que yo no tenía permitido bailar... Tenía que estar allí sentada, en la única hora del día en que me lo pasaba bien, mirando como mis compañeras se divertían.
En ese momento me empezó a consumir la rabia, la impotencia, porqué tantas normas? porque me trataban de forma tan distinta a las otras pacientes? Esa rabia tenía que salir por algún lado, ya eran demasiadas cosas acumuladas, ya no podía soportarlo. Salí del comedor y empecé a llorar, a dar golpes, a romper cosas, a hacerme arañazos, heridas... Había perdido el control, la rabia se había apoderado de mi, no podía pensar con claridad, solo podía sacar la rabia a base de puñetazos, era tal la rabia que ni si quiera sentía dolor en mis puños, ni en las heridas que me había hecho. Llamaron a mi psicóloga para que me parase los pies, llegó, se paró delante mío sin decir nada, solo cruzó los brazos y se quedó mirando lo que hacía. No se cómo, ni porqué, me derrumbé, caí al suelo como si no me quedasen fuerzas para seguir en pie, me limité a mirarme las manos y toda la ropa llena de sangre, el suelo manchado de gotas de sangre, las paredes....
Entonces supe lo que había hecho, pensé en mis compañeras, lo habían oido todo, se habrían asustado y les había fastidiado la actividad... sabía que mi locura había alcanzado el límite, sabía que había hecho mal y que iba a tener consecuencias.
Al día siguiente hablé con mi psicóloga, lo primero que hizo fue explicarme que por algo así deberían expulsarme, pero que no podían hacerlo porque estaba en muy bajo peso y necesitaba estar controlada. Luego me fue diciendo las consecuencias, la primera fue cortarme las uñas para que no pudiese arañarme y que si me veían que intentaba arañarme me pondrían unos guantes. Otra de las consecuencias fue limpiar todo el centro, y poner yo sola la mesa. La última y la que más me costó, fue pedir perdón a todos, a mis compañeras, a las auxiliares, la educadora, a toda persona que presenció aquello... Tenía mucho orgullo pero sabía el mal que hice y me daba muchísima vergüenza reconocerlo.
Aquella fue la última vez que me revelé de tal manera... Los días pasaban y yo cada vez me sentía peor, tenía que aceptar la dieta que me habían puesto, pero no podía comer tanto en tan poco tiempo... recordáis la norma "si no acabas de comer dentro del tiempo estipulado, batido hipercalórico"? Pues me tocaba comer casi un batido diario, me era casi imposible comer todo aquello en 45 minutos, tenía el doble de comida que el resto de pacientes.... Siempre acababa llorando y tomándome un batido... Sino, cuando podía comerlo todo acababa super hinchada, tenía que comer muy rápido y psicológicamente eso me afectaba mucho, me sentía una cerda, sentía como si a cada comida me estuviese dando un atracón. De que forma podía parar esto? Cómo podía hacer para salir de allí? o que me bajasen la dieta? Tendría que negociar con el endocrino, tendría que hacer las paces con él? Que hubieseis hecho vosotras?
En el siguiente capitulo contaré que hice finalmente.

jueves, 6 de diciembre de 2012

Capítulo 6

*En el anterior capitulo comenté que me dijeron que solo estaría unos meses, bueno, pues me mintieron… pasé allí más de cuatro años.
Hoy os quiero hablar de algunas personas que conocí allí y mi relación con ellas. Empezaré hablando de mis psicólogas. Vero se llama la que fue mi primera psicóloga y la directora de la clínica, una chica joven, alta rubia y muy delgada. Muchas pacientes especulaban sobre si tenía anorexia, yo no creo que en ese momento la tuviese, pero si puede que antes de formar el centro hubiese sufrido algún problema similar y que por eso decidió crear un sitio donde pudiese ayudar a otras chicas con este problema. Pero solo son suposiciones mías. Al principio Vero me daba un poco de miedo, era muy seria (aparentemente) y muy dura en algunas ocasiones, sobre todo con los “castigos”. Estuve unos dos años con ella y para mí era una de las mejores psicólogas de allí. Cuando alguna paciente decía algo malo de ella, la defendía con uñas y dientes. Qué cambio el mío, de odiar a todos los psicólogos a defenderlos. Recuerdo que las primeras terapias no hablaba (era la costumbre que tenía, cerrarme en banda) yo solo cruzaba los brazos y asentía con la cabeza, hasta que un día me dijo “Porque no hablas?” y respondí “porque estoy aquí en contra de mi voluntad… y odio a todos los psicólogos”. Así se lo solté pensando que le haría enfadar y así no querría darme más terapia, pero mi sorpresa fue cuando me contestó “Piensa que no soy psicóloga, solo una persona a la que acabas de conocer, hola yo soy Verónica.” Y así sin más fui confiando en ella.
Al año me asignó a otra terapeuta, Diana, más joven que Vero, metro setenta, morena, ojos verdes, tez blanca, delgada y siempre con una gran sonrisa. Diana venía de Madrid, pasaba casi todo el día en la clínica, no en su despacho, sino con nosotras hablando, jugando… como una compañera más. Todas le cogimos mucho cariño. Con ella trataríamos en terapia el tema de las habilidades sociales, yo era una persona muy agresiva y casi siempre estaba a la defensiva, cuando no era agresiva era pasiva, nunca había un punto medio. Por otro lado seguiría tratando con Vero los temas de la alimentación, así que tenía dos terapias semanales con psicólogas distintas, a diferencia que con Diana, no parecía que fuese a terapia. A veces nos íbamos al río a hablar, otras nos quedábamos en el despacho, cuando no, me acompañaba a una tienda de ropa (por ejemplo) a superar uno de mis miedos, como era descambiar una camiseta que me venía pequeña. En esa época me aleje mucho de mi mejor amiga Maite y me daba mucha vergüenza llamarla y quedar con ella, me daba miedo que me rechazase, que hubiese hecho amigos mejores que yo (y eso no era difícil). Diana me hizo llamarla, antes practicamos como sería la conversación entre Maite y yo, ella hacía de mí, y yo hacía de Maite, respondiendo todo lo que yo creía que Maite me diría rechazándome. Finalmente la llamé, Diana estaba delante de mí, apoyándome, recuerdo que cuando colgué el teléfono fui a abrazarla y le di las gracias por ayudarme a recuperar la amistad con Maite. Seguía siendo mi mejor amiga, me había echado mucho de menos y tenía ganas de verme.
Para entonces parece ser que mi estado de ánimo iba mejorando, y mi agresividad disminuía. Dejé de tener terapia con Vero, ella estaba muy ocupada formando otras clínicas en Castellón y Alicante, me explicó en nuestra última terapia las razones por las que ya no hablaríamos, las entendí y acepté tener solo terapia con Diana. Pero un día ocurrió algo que nos dejó a casi todas las pacientes en “shock”, sobre todo las que más la conocíamos: estábamos haciendo la actividad de la tarde con Ros (una de las monitoras) entró Diana, con cara triste y nos dio un CD que nos pidió que no lo escuchásemos hasta que se fuese, el CD contenía canciones que ella había elegido para darnos un mensaje y que lo recordásemos siempre.  Nos pidió que nos sentásemos, nos tenía que contar algo importante… mi intuición decía que era una mala noticia, y no falló. Su padre había muerto y tenía que volver a Madrid a cuidar de su madre.
-Pero… volverás, ¿verdad? – le dije.
Me respondió con un “no lo sé” acompañado de muchas lágrimas, yo eso lo interpreté como un “No”. Nos abrazó y se fue… Una despedida rápida, pero muy dolorosa. El comedor se llenó de llantos, incluso las auxiliares lloraban, Ros nos abrazaba y nos animaba a seguir. Fue la primera vez que dejé salir mis sentimientos, que lloré con total libertad, sin importarme que me viesen débil, simplemente lloré y pasé días llorando… le había cogido mucho cariño.
Pusimos el CD, eran canciones preciosas, canciones que como he dicho antes incluían un mensaje en sus letras, un mensaje de apoyo. “Adelante, podéis salir de esto, podéis ser felices y cumplir vuestros sueños.” Éstas eran algunas de las canciones: 



"Ésta soy yo, El sueño de morfeo" (Con ésta canción me sentí especialmente identificada, prestad atención a la letra si queréis conocerme bien "Dicen que tengo que reir un poco más y callar un poco menos") 

"Voy a vivir, El sueño de morfeo" (Ésta en especial la dedico a todas mis princesas, a todas aquellas que creen que no vale la pena vivir) 


Espero que hayáis disfrutado de estas canciones y os haya sacado alguna que otra sonrisa :D



miércoles, 5 de diciembre de 2012

Capítulo 5, La clínica


Segundo ingreso en la clínica "PREVI". Estaba enfadada, me sentía engañada... creí que nunca volvería allí. Odiaba a todas las que trabajaban allí especialmente al endocrino y a la enfermera. Y me sentía fuera de lugar "¿Qué hace una gorda como yo en un sitio como este?" (Al final del texto he puesto unas imágenes del centro para que os ubiquéis) Me prometieron que solo estaría allí un mes y que luego me darían el alta, teniendo que ir sólo a terapias individuales y alguna de grupo. Fue un mes difícil, no aceptaba las normas del centro, muchas de ellas las veía absurdas. Habían normas para todo: convivencia, comida, paseos, móvil, tabaco, etc.
Un día "normal" en la clínica: De 8h a 9h nos despertaban e íbamos a asearnos. De 9h a 9'15h Desayuno, un vasito de zumo. Después de desayunar podíamos salir a fumarnos un cigarro, sólo uno, la auxiliar estaba controlando que no nos fumásemos dos. A las 10h empezaban a venir las chicas de centro de día, preparábamos la mesa y almorzábamos. En el almuerzo y la merienda podías elegir entre un tazón de leche o dos yogures, que acompañaba a un bocata de queso con fiambre (el tamaño del bocata dependía de la dieta que te pusiese el endocrino). El almuerzo empezaba a las 10h y teníamos que terminar a las 10'30h, os recuerdo que una de las normas era comérselo todo, incluso las migas que caían del bocata, era bastante absurdo vernos a todas recogiendo las miguitas del plato con los dedos. Luego íbamos todas juntitas a lavarnos los dientes y de 11h a 12h empezaba la terapia de grupo (nutrición, collage, psicoterapia, imagen corporal, habilidades sociales, expresión corporal, masajes o arte terapia). A las 12h íbamos al baño, y si era  lunes, miércoles o viernes, teníamos que mear por obligación porque luego nos tocaba peso. Luego del baño o el peso nos íbamos de paseo, donde se nos permitía fumar y usar el móvil durante 15 minutos, los horarios de paseo eran de 12'30h a 13'30, de 15'45 a 16h, de 18'45 a 19h y de 21'45 a 22h. Los paseos para mí eran algo humillantes, paseábamos con una auxiliar y con la enfermera a veces también con una psicóloga. Digo humillante porque las auxiliares trabajaban vestidas como en los hospitales y tenían la mala costumbre de no cambiarse de ropa al salir a la calle. Yo me sentía como si fuésemos un grupo de locas atadas por una cuerda y guiadas por la enfermera, o un rebaño de ovejas (así me sentía a casi todas horas). Como antes dije, para el paseo también habían unas normas: teníamos que andar muy lentas, porque el andar rápido se interpretaba como que queríamos quemar calorías. A mí me gustaba andar rápido, me daba vergüenza que la gente me viese con el rebaño, o que me encontrase a alguien conocido y se enterase de que estaba enferma. Pero el andar rápido me perjudicaba más y hacía llamar más la atención, ya que si me adelantaba un poco la auxiliar me gritaba "Sheyla, para, con calma que vamos de paseo". Tampoco podías parar a mirar escaparates, sobretodo tiendas de ropa (todavía no entiendo el motivo de esa norma) era un poco difícil cumplirla, ya que estábamos en una zona de Valencia conocida por la gran cantidad de tiendas que hay. De 14h a 14'45h comíamos, luego íbamos al baño y hacíamos reposo, aquí la mayoría de chicas dormían siesta, yo veía la tele. De 17h a 18h teníamos tiempo libre, podíamos jugar a juegos de mesa, leer, escribir, lo que sea que no implicase ejercicio físico. Después de la merienda venía una educadora/animadora y hacíamos actividades que ella traía preparadas. Este era el mejor momento del día, íbamos a museos, a pasear por el río, a veces incluso bailábamos, íbamos a la bolera, o a la feria. Casi siempre era muy divertido (aunque también dependía de que educador viniese, os hablaré de los trabajadores de la clínica en el siguiente capítulo). Ya al acabar la actividad cenábamos, esto era a las 20'45h hasta las 21'30h. Bajábamos a pasear y nos despedíamos de las pacientes de centro de día. Nos poníamos el pijama y veíamos un rato la tele hasta las 23h. Esto es más o menos lo que solíamos hacer, en este centro por suerte no habían cámaras, aunque seguías teniendo a las auxiliares como perrito faldero, incluso para dormir te controlaban, más de una vez me llamaron la atención porque por la noche ya en la habitación intentaba hacer algo de ejercicio, pero nada, era totalmente imposible, ¿y vomitar? ¡Ni pensarlo! Te podía caer una buena....









jueves, 29 de noviembre de 2012

CAPITULO 4


   En el anterior capitulo os hablaba de un ingreso en Barcelona, la parte de la clínica donde yo estaba ingresada se llamaba UTCA (Unidad de Trastornos de la Conducta Adolescente). La verdad es que si quitabas el hecho de que los castigos eran duros, el sitio no estaba mal… En mi habitación habían tres camas, pero solo se ocuparon dos, una chica (que no recuerdo su nombre) y yo. No se cuales eran los problemas de esta chica, y tampoco me importaban, sé que tenía quince años y que ya había tenido un aborto. Había otra habitación de chicos, ellos eran tres, solo recuerdo a Pedro, era catalán y skinhead… daba bastante miedo, pero era con el que mejor me llevaba. Luego había otro chico con una deficiencia mental, un poco agresivo y muy pegajoso, que asco, me perseguía a todos lados con las babas cayéndosele. (No tengo ningún problema con los chicos con deficiencias mentales, mi hermano tiene una), como veréis no se me dan bien las descripciones, pero para que os hagáis una idea de cómo era el sitio intentaré describirlo. Al lado de las habitaciones había como una sala de entretenimiento, teníamos una tele, dos sofás una cadena de música y una mesa de pingpong. Lo de la mesa era lo mejor, ya que no estaba ahí por anorexia, nadie me impediría hacer un poco de deporte, en la sala había también una pequeña terraza con una canasta de baloncesto y de vez en cuando salíamos para que nos diese el sol. Por supuesto no se podía fumar, y eso me ponía más nerviosa aún… pero Pedro, tenía unos amigos que cuando salíamos a la terraza se acercaban y dejaban un cigarrillo encendido en un agujerito que hicieron en la valla que nos separaba de la calle. Al menos nos quitábamos un poco el mono. Al otro lado de la sala estaba el comedor y la cocina, las paredes eran blancas y yo las veía negras… vamos que para mí era un sitio en el que no quería pasar mucho tiempo. Esas eran las partes que más pisábamos de la clínica, siempre con supervisión, no podías estar nunca a solas y había cámaras por todas partes.

   Todos teníamos a la misma psicóloga y la misma psiquiatra, eran majas, Lorena era la psicóloga, era guapísima: alta, pelo largo y negro, tez morena, delgadita (la envidiaba bastante). He dicho que era maja? Vale, explico… esta fue la primera psicóloga con la que me llevé bien, no sé exactamente porque. Ella sabía que yo dibujaba cuando me aburría y las primeras terapias lo único que hacía era pedirme mis dibujos para que le explicara que significaban, nunca se me dio bien expresar mis sentimientos con palabras, así que lo hacía mediante los dibujos. Supo ganarse mi confianza, alagaba mis dibujos y esas eran mis tareas de terapia, dibujar. Me acuerdo de un dibujo en especial, era un lobo con la boca abierta enseñando los colmillos, pero tenía algo diferente a otros dibujos de perros y lobos. Sin quererlo le había dibujado una mirada triste y unas lágrimas de sangre. Y bien? Qué significaba este dibujo? Claramente, me sentía herida y no estaba dispuesta a que nada ni nadie me hiciese daño, de ahí el enseñar los dientes… estaba a la defensiva.

   Antes dije que no tenía amigas, bueno tenía dos y por suerte aun las conservo. Maite, mi mejor amiga, crecimos juntas. Yo era la niña gorda, y ella era la niña delgadita y “fea”, a ella también le insultaban mucho si no era porque llevaba gafas de “culo de vaso” era por el aparato dental. Por suerte cuando yo estaba a su lado nadie la insultaba… más que nada porque era más divertido insultar a la gorda.
Amparo es la otra amiga, bueno, antes que amiga era mi monitora de juniors (un grupo católico para llevar a los niños por el camino de Dios y todas esas polladas). Amparo fue quien le hizo saber a mi madre que tenía anorexia, se dio cuenta antes que nadie, siempre iba detrás mia “has comido hoy? Come o se lo diré a tu madre” y así varias amenazas que al final cumplió. Os hablo de ellas porque hicieron algo por mí que recordaré siempre con mucha alegría, llamaron a Barcelona, a mi psicóloga e hicieron un acuerdo con ella y conmigo. Si comía todos los días (aunque no me lo acabase todo) me daría un permiso para salir el fin de semana. Fue el día de mi cumpleaños, salí y mi sorpresa fue encontrármelas allí, me abrazaron me trajeron regalos y nos fuimos a la ciudad, ah! Y fumé jajajaja mucho! Que ansias tenía de fumar. Después de ese día me empezaron a dar más permisos, yo estaba contenta porque eso significaba que en poco tiempo saldría de allí, volvería a mi casa y no pisaría ningún sitio parecido. Error! Volví a Valencia y estuve una semana en casa, durante esa semana PREVI S.L. (si tenéis curiosidad tienen página web) la clínica de trastornos de la alimentación de Valencia estaba preparando mi “reingreso”.

martes, 27 de noviembre de 2012

CAPITULO 3 (conociendo a Ana)


Pues sí, Ana me conoció, pero no se presentó solo observaba e iba entrando poco a poco en mi mente sin que yo me percatase esperando el momento adecuado para decirme:
“Hola, yo soy la anorexia y soy la única que va a hacerte feliz, ya no te atreves a matarte, no es una opción. Vas a seguir viva, yo te mantendré viva (que ironía) y feliz, no querrás NUNCA deshacerte de mí. Ahora, yo soy tu realidad y tú serás yo.”
Entonces ya tenía una ligera idea de lo que era la anorexia y empecé a leer sobre ella, no me compré ningún libro, curiosamente mi madre tenía montones de libros que hablaban del tema.
¿Pensaba mi madre que tenía anorexia? ¿Lo supo ella antes que yo?
Es evidente que tenía sus sospechas. Pero bueno, a lo que iba, leí mucho, me informé y acto seguido lo negué. “¡Es una locura! ¿Dejar de comer para bajar de peso? ¡Yo no hago eso! Solo estoy haciendo una dieta temporal, yo no soy de “esas”, además casi no he bajado de peso…”
Y así miles de pensamientos contradictorios que intentaban boicotear la idea de que yo estuviese sufriendo anorexia. Ignoraba cada síntoma, cada pensamiento que afirmase aquello. Sólo buscaba la forma de ser feliz y aparentemente la había encontrado. Aquello que generaba todos mis problemas era mi peso: “mi madre me ha abandonado porque estoy gorda. La gente me mira mal porque estoy gorda. Mi padre se ha matado porque estoy gorda. Estoy triste porque SOY GORDA.” Ahora me doy cuenta de que todos estos pensamientos no eran más que un intento por evadirme de la realidad. Era una realidad muy dolorosa; padre muerto, mi madre se va de casa, mis “amigos” me evitan, he hecho daño a mi familia, mi familia está triste, no soy capaz de cuidar a los míos como mi padre querría, etc.
Cuántas cosas, demasiadas para una chica de 16 años. Sinceramente, no quería crecer, madurar… pero era lo que tocaba “ya no soy una adolescente, no puedo serlo, he de ser adulta, he de crecer! Pero NO QUIERO!!” Negarse a madurar… ese era mi verdadero problema, madurar significa ver las cosas tal y como son, aceptar que la vida está llena de obstáculos pero que hay que romperlos, no retroceder ni esquivarlos.
Finalmente mi madre me llevó a un psicólogo, pero no me gustó y no volví. Me llevó a otro y a otro y otro y otro… pero yo los odiaba, porque ninguno me decía lo que quería oír. Seguía siendo menor de edad así que mi madre era quien decidía que hacer conmigo. Le recomendaron una clínica privada que subvencionaba la seguridad social y allí fui. Me hicieron no sé cuantos test y me diagnosticaron “anorexia nerviosa”. Aquello era un centro de día (por suerte no tenias que llevar ropa de hospital) y pocas eran las que se quedaban 24h… a mí me tocó. Nada mas entrar me explicaron las normas y me registraron la maleta, estas eran algunas de las normas:
-          No sentarse a la mesa con chaquetas que tengan bolsillos.
-          El almuerzo y la merienda duran 30 minutos, la comida y la cena 45 minutos. Si no acabas todo lo que hay en el plato en ese tiempo, consecuencia. La consecuencia era que te hacían tomar un batido hipercalórico.
-          Lo que sale de la cocina no vuelve a entrar (es decir, hay que comérselo todo sin dejar una sola miga, si te niegas… batido)
-          Después de cada comida hay que permanecer en reposo. (Solo con que movieses las piernas ya te reñían)
-          Horarios para ir al baño, y tenemos que ir todas juntas con la supervisión de una enfermera y con la puerta entreabierta. Tampoco podías tirar tú de la cadena, tenía que hacerlo la enfermera.
Estas eran por así decirlo las normas que peor llevaba, no aguanté ni una semana allí, intenté escaparme por el balcón (era muy bajito y era fácil salir). Mala suerte la mía que creyeron que me iba a suicidar. WTF?? No había ni tres metros de altura! Hubo consecuencia por eso… Me expulsaron y me enviaron a otra clínica, pero esta vez no era especializada en trastornos de la alimentación. Barcelona… muy lejos de mi familia, de mis amigos (vivo en Valencia)
Aquel sitio era distinto, y peor… cualquier mal comportamiento, llamaban a mi psiquiatra y a los celadores me metían un pinchazo para sedarme y me ataban a la cama (o como a ellos les gustaba llamarlo “contención”).
Bueno, esta es una etapa muy larga, pasé unos 5 meses allí, así que hablaré de ella en el siguiente capítulo, ahora tengo que seguir trabajando xD.

lunes, 26 de noviembre de 2012

CAPITULO 2


La muerte de mi padre cambió mi vida, y me cambió a mi. Puede que ahora si sea el momento de tocar un poco el tema de mi infancia.
Yo era una niña muy callada, aparentemente dócil y algo antisocial. Era la niña gordita y graciosa de la clase (graciosa porque era fácil hacer chistes a mi costa). Sacaba buenas notas, pero no excelentes, ya que tenía y tengo una dificultad en el aprendizaje (dislexia) hasta esto era motivo de burla hacia mi! Odiaba a todos y cada uno de mis compañeros, unos inteligentes, otros populares, otros cazurros de la ostia pero también populares, y luego estaba el macarra de la clase con su socio. Ese chico me dio muchos problemas… demasiados, él fue el que empezó las burlas, todos lo imitaron (al parecer les parecía divertido).
Me insultaban, me pegaban, tiraban mis cosas al suelo… pero yo no lloraba, no quería que supiesen que me estaban ganando. La verdad, estaba bastante gordita.. que coño! Estaba gorda! El día que mejor recuerdo, fue un día en que bajé a la calle, yo sola (como siempre) a jugar, dije algo no recuerdo que, y un niño mayor que yo se me acercó:

-Has insultado a mi madre maldita gorda?
-No! No! Solo estaba jugando!
-Además de gorda mentirosa!

Buenoooo que genio tenía este chaval! Vino a por mi, me metí corriendo en el patio de mi casa, pero entró y me pegó la paliza del siglo. Subí corriendo a casa, llorando y mi padre se acercó y me preguntó que había pasado. Se lo conté y no dijo nada… se quedo callado (que manía esta familia con callarse!)
Al día siguiente tenía una audición de piano, iba guapísima pero estaba triste y la audición fue un desastre, me equivocaba en cada nota! Vaya fracasada! Ya acabada la audición, mis padres y yo fuimos a tomar un helado y adivinad a quien nos encontramos iendo en bici? A Ángel (así se llama el matón que me dio la paliza) mi padre lo cogió y lo tiró de la bici, y le dijo “La última vez que tocas a mi hija”. Y así fue, no me volvió a tocar. A lo que iba con esta pequeña historia es, que mi padre siempre me defendía, que nadie hiciese daño a su hijita. Al perderlo me dí cuenta de que ya no estaría para defenderme, que me tocaba sacarme las castañas del fuego, pero yo no quería! Nunca me había defendido, no sabía defenderme. Dejé de salir a la calle para evitarme problemas hasta los 16 años.

Cambio de instituto, cambio de amigos… Puedo empezar una nueva vida! Ya no era aquella niña gorda, ahora era la adolescente gordita, por la depresión supongo adelgacé un poco.
En el nuevo instituto hice buenos amigos; Gemma, Luz y Sofi. Gemma y Luz eran un año mayores que yo y bastante más maduras que el resto de la clase, por eso me gustaba estar con ellas, aunque nunca dejé que supiesen nada de mi (por si acaso se volvían en mi contra). Así fue mi cambio, pasé de ser la niña inocente, a ser la chica desconfiada, triste y loca. Sí, estaba loca, o eso pensarán muchos de los que lean esto. Las autolesiones eran continuas, me castigaba por la muerte de mi padre, ni si quiera había aceptado su muerte en realidad. Estaba asustada y cabreada, muy cabreada con el mundo y con eso a lo que llaman Dios. Muchas preguntas sin respuesta pasaban por mi cabeza “porque murió? Porqué tan joven? No estaba enfermo. Porqué me ha abandonado?” Que impotencia no obtener respuesta, esto me mataba y hacía que quisiese matarme, llegó un punto en que los cortes no eran suficiente, necesitaba algo más, otras formas de evadirme. Cómo lo hice? Fiestas y más fiestas, drogas, alcohol hasta desmayarme, la mayoría de las fiestas las hacía en mi casa, ya que vivía sola (mi madre encontró pronto un sustituto de mi padre y se fue a vivir con el), en las fiestas entraban desde 30 a 40 personas, ninguno de estos amigos mios, todos unos hipócritas incluida yo. Pero me harté, ya nada era suficiente para calmar mi dolor, ni fiestas, ni drogas, ni chicos, ni lesiones… nada. Qué hacer cuando nada quita tu sufrimiento? No lo sabía, y pensaba que nada haría que ese sentimiento desapareciese, hasta que pensé en acabar con mi vida. Bueno, realmente no lo pensé, directamente salté por el balcón. Y? Evidentemente, me salvé por suerte o por desgracia, tres meses en el hospital en silla de ruedas, con el talón roto y las vértebras destrozadas. “Vaya putada, esto no quedará así” pensaba, lo intenté de nuevo, pero esta vez, tragándome una pila (ahora si podéis llamarme loca) pero me pillaron, no se como, pero lo hicieron, y me sacaron la pila… “Tal vez, algo o alguien no quiere que muera, porque? Si yo quiero morir! Merezco morir!”

Por supuesto lo intenté muchas más veces y cada cual más original, no soy de rendirme fácilmente, no voy a poner el resto de formas de intentar matarme por si alguna coge ideas ¬¬, finalmente me cansé de intentarlo… Iba a vivir, vale, sea quien sea o lo que sea, había ganado. “Viviré, pero a mi manera” en los días siguientes estaba muy triste, ya no finjía sonrisas era absurdo y muy falso, dejé de comer y empecé a bajar de peso, así sin más y algo curioso ocurrió… La gente, gente que antes me insultaba o que ni si quiera se acercaba a mi, empezó a hablarme, a interesarse por mi vida, a querer invitarme a sus fiestas. “Vaya! Entonces solo era eso? Solo tengo que bajar de peso para ser más feliz?”
Ese día me conoció Ana, y digo me conoció porque yo no sabía ni que existía una enfermedad llamada “anorexia”.

Yo, yo misma y Ana.


Así es como me gustaría llamar a mi novela, una novela sobre mi relación con la anorexia y en alguna ocasión la bulimia.
A algunas no les interesará leer la vida de otra persona, otras puede que no se atrevan a leer más allá del primer capítulo (ya que hay sucesos bastante fuertes) habrán otras que se sientan identificadas, pero al final cada una tiene su historia y yo, voy a contar la mía.

CAPITULO 1
Tal vez deba empezar a hablar de mi infancia, pero no lo voy a hacer, no porque no quiera, sino porque lo haré más adelante. No seguiré una línea cronológica estricta. Mi vida, en general es un desorden ordenado a mi manera, y así será el guión de esta “autobiografía”.
Me gustaría hablaros primero de cuando mi salud mental se jodió del todo.

24 de Diciembre de 2004
Como era habitual, toda la familia se reunía para cenar y celebrar la Nochebuena. Mi madre estaba enferma, recién operada de la espalda y como en mi casa no teníamos ascensor nos quedamos a vivir en casa de mis abuelos durante la recuperación de mi madre, así que celebraríamos el evento familiar allí.
Recuerdo aquel día con todo detalle. Mi padre se fue a trabajar temprano y volvería para cenar, o antes, por la tarde llamó a mi madre y bueno, estuvieron largo rato hablando (nada interesante supongo) luego mi madre me pasó el teléfono para hablar con él, así fue la conversación.
-Hola Sheyla, ya estoy en casa, he acabado pronto de trabajar, cogeré algo de ropa para tu madre y voy. Te has portado bien? No hagas enfadar a los abuelos, has recogido tu habitación? (yo mientras tanto respondía “si papa” “vale papa”) Estás cuidando de mamá? Cuídala bien, no le hagas hablar…
-que sí papá! Llevo toda la noche cuidando de ella, porque no la cuidas tú también?!
Y así acabó la cosa, le pasé el teléfono a mi madre y me fui, pero antes de irme mi madre me dijo:
-Me ha dicho el papá que no te enfades con él. (Palabras que más adelante, acabaría recordando toda mi vida)
Pues sí, me enfadé, y mucho. Tenía 14 años y yo solo quería jugar, y pasarlo bien, no pasar todo el día cuidando de mi madre, y encima que lo hago, mi padre no reconoce mis esfuerzos… que cabreo cogí!
(Esto aunque no lo parezca, es una parte muy importante de la historia, ya que, horas más tarde esa inocente y enfadica niñita descubriría un sentimiento llamado culpa.)

Nueve de la noche, mi primo Ismael y yo jugábamos al parchís y escuchábamos música (no diré cual, me avergüenzo de mis gustos musicales de entonces) estábamos felices, faltaban aún por llegar mi tío y mi primo Abraham, cuando llegasen empezaría la fiesta! Bailar, cantar, reír, abrir los regalos y jugar!! (Que ganas tenía de pasarme toda la noche jugando)
Pero vino mi abuelo a pedirnos que bajásemos la música (vaya rollo, con lo que mola tenerla a tope) que mi madre no se encontraba bien “le duele la espalda” dijo. Así hice, bajé la música y escuché a mi madre… Llantos desgarradores de rabia y dolor, llantos que en mi vida había escuchado… “Dolor de espalda? No lo creo… algo peor ocurre” pensé. Algo en mi pecho decía que algo terrible estaba pasando, que algo iba a cambiar mi vida por completo. Fui hacia el cuarto de mi madre, cada paso que adelantaba era un golpe en el pecho, y cada vez más fuerte, cada vez más asustada y mis sospechas crecían.
Entré en la habitación, mi tía estaba con ella, mi madre lloraba y hablaba por teléfono, decía algo de un coche (nuestro coche? Que coche? Qué pasa?) le pasó el móvil a mi tía y ella también lloró…
“PERO QUE COJONES ESTÁ PASANDO?!!” pensaba yo entre tantos llantos.
Me arrodillé frente a la cama y le cogí la mano a mi madre y empecé a pensar:
“Es algo sobre papá, que pasa? Me da igual, estoy muy enfadada con él. Ojalá le haya pasado algo, que se joda!”
EH EH! Espera!! Qué clase de pensamientos son esos? Que niña más cruel no? Me di cuenta, de que aquello que estaba pensando, no lo quería decir en verdad, así que rectifiqué.
“Bueno, pero que no sea nada muy malo… una pierna rota? O un brazo escayolado? Sí, eso es, solo eso, nada más grave”
Mi tía colgó el teléfono… silencio… Nadie dijo nada, pero todos lloraron, nadie dijo las palabras que confirmarían la tragedia, mi padre había muerto. Nadie lo dijo, pero se supo. El ambiente cálido y navideño se volvió triste, frío, doloroso, lleno de sufrimiento, pero yo todavía no entendía porque. Me senté en el sillón, me tapé (temblaba muchísimo) y curiosamente, no lloré… nada, ni una lágrima, ni si quiera los ojos llorosos. Solo pensaba “está ocurriendo de verdad? Es Navidad, no pasan cosas malas en Navidad!!” (Que inocente eh?)
Así estuve, minutos, horas, días? No lo sé… el tiempo para mí se paró, mi mundo, mi corazón, mi alma, estaban muriendo. Y ahí me quedé, asimilando la situación, hasta que llegaron mi tío y mi primo Abraham. Mi primo entró llorando (nunca en mi vida lo había visto llorar) me sorprendió, no entendía nada, porque lloraba? Porque todos lloraban?
Me levanté y me abrazó diciéndome: “Lo he visto, estaba en el coche, como… dormido, estaba aquí, ya llegaba… no va a venir… lo he visto Sheyla, lo he visto” Lo ha visto… no paraba de repetir esas palabras, lo ha visto? A mi padre? Muerto? Y ahí seguía yo, blanca, temblando, abrazando a mi primo…pero no lloraba.

Evidentemente la cena se suspendió, aunque no para todos… A mis primos y a mí nos llevaron a casa de mis otros tíos a cenar. Ese fue el primer día en que dije “NO” a la comida. No quiero comer, mi cuerpo, mi alma, yo he muerto… No necesitaba alimentarme, un muerto no lo necesita, mi única necesidad era entender que ocurría.
Y aquí termina el primer capítulo, el capítulo más triste y doloroso de mi vida. Ahora (las que me leéis en twitter) entenderéis porque cuando se acerca esta fecha digo “Voy a morir” Porque cada 24 de Diciembre muero, con él, con mi padre.

viernes, 16 de noviembre de 2012

Quién és quién?


Quien soy? Y que hago aquí? Porque sigo viva? Estoy viva realmente, o solo soy un alma errante?
Así es como me hacen sentir en mi casa... Aunque no debo llamarlo "mi casa" porque no es mía, y porque al parecer para ellos soy un simple huésped, un pasajero, una ocupa...
Todo empezó por aquella pelea entre el novio de mi madre y yo, aunque bueno, realmente, ya daban puntadas de que esto pasase desde que murió mi padre. Desde ese día, mi madre ha intentado por todos los medios apartarme de su vida, y ahora... Me odia? No lo sé... Quiero pensar que no, quiero pensar que las personas no tenemos la capacidad de odiar. El odio es un sentimiento muy fuerte, son palabras mayores que implican muchas emociones negativas. Yo no odio a mi madre, ni odio a su novio (aunque cuando he necesitado desahogarme haya dicho que los odio) son personas, y por eso no puedo odiarles...
Me levanto por las mañanas, saludo, doy los buenos días, pregunto que tal están y... cual es su respuesta? Silencio, nadie ha hablado, nadie les ha dado los buenos días... Yo soy ese nadie, están incómodos con mi presencia, no soy parte de su vida, y no voy a seguir intentando serlo, porque es inútil... Antes comentaba, si quieres algo, hazlo, si tienes un sueño, cumplelo! Mi verdadero sueño realmente nunca ha sido adelgazar, los números, todo eso, son solo cosas secundarias, mi verdadero sueño es ser querida, sentirme querida en casa, recibir un abrazo de mi madre o... No se, realmente este sueño se desvanece, porque se q no lo puedo cumplir, porque en este caso no depende solo de mi y yo no puedo obligar a mi madre a quererme.
También quiero volver al tiempo en q mi padre vivía, en q mi padre me hacía reír mientras yo intentaba llorar, en q mi padre me abrazaba... Me quería, le quería, y me sentía querida.

jueves, 15 de noviembre de 2012

querer o ser?


Muchos creen que los sueños son solo eso, sueños. Pero, si lo soñamos, es porque nuestro subconsciente cree que puede ser real, y que has de cumplirlo para ser un poquito mas feliz.
La felicidad está en los sueños, incluso en nuestras pesadillas, hacer caso a eso que dicta nuestro subconsciente, es la clave. No la clave de la felicidad, por supuesto, ya que creo q no hay una norma concreta que diga "si haces esto vas a ser feliz" sino, yo sería feliz y por "a" o por "b" no lo soy, aunque lo intento.
Lo intento persiguiendo mis sueños, buscándolos, aprendiendo de ellos, rectificando mis pesadillas, hablando con mi subconsciente.
"Quiero ser delgada" se dicen unas, "quiero ser una thinspo" se dicen otras, y detrás de esos "quiero" hay otros pensamientos como "solo estoy soñando, nunca seré thinspo" esto se puede aplicar a muchas cosas "quiero ser psicóloga y ganar mucho dinero".
Ahora bien, ¿qué estás haciendo hoy, para cambiar mañana? De verdad estás haciendo por cumplir eso que quieres? O solo te repites una y otra vez "quiero ser así"? Y luego te martirizas, porque no lo eres, verdad? Te torturas una y otra vez porque no eres como quieres ser, te llamas gorda! Y te sigues torturando, y repitiendo lo mismo mil veces. Haz! No quieras tanto y haz por ser!

"Deja de querer ser y sé"

Nueva Carrera, 15/Nov/2012

Esto no son las normas de la carrera, solo son una serie de preguntas, que tenéis que haceros cada una a vosotras mismas, a ser posible cada día. En esta carrera me gustaría hacer un cambio, a final de la semana se hará un valoración general de como nos hemos sentido cada una con nosotras mismas y con las compañeras que participamos. Nos marcaremos unos objetivos diarios, cada mañana, al levantarnos nos diremos una frase que nos motive, y una frase sobre nuestro objetivo diario, aquí va un ejemplo de a lo que me refiero con esta segunda frase:
 Durante la hora del desayuno:  "- Estoy ayunando." y así cada vez que se te presente la ocasión de comer o de perder tu objetivo. 
Porque comento esto que diréis "menuda chorrada más simple"? Por que es como el fumador que quiere dejar de fumar, si el fumador se despierta un día y dice "No voy a fumar, nunca más" le pasarán ciertos pensamientos contrarios y desmotivadores por la cabeza, porque esta pensando en una meta a largo plazo, pero no se ha marcado una meta a corto plazo, si el fumador, en vez de esto, se dijese: "No me voy a fumar el cigarro de la mañana" o "hoy no voy a fumar", será más sencillo dejar de fumar, porque al terminar el día tendrá la recompensa de que "hoy no he fumado" y así hasta dejar de fumar. Y bueno, que me enrroyo, a lo que voy es, voy a poner unas preguntas, que quiero que os hagáis cada día (si os parece bien, claro).

1. Hemos de trazar claramente y de forma sencilla nuestros objetivos diarios. Sé específica. Es mucho más fácil planificar y alcanzar un objetivo concreto que uno vago. Por ejemplo, te marcas como objetivo perder peso. Eso es bastante vago. Concrétalo especificando cuánto peso quieres perder, por qué y cuando deseas haberlo perdido. Eso te ayudará a planificar la forma de alcanzar el objetivo. Cuesta más y más tiempo perder 10 Kg que perder solo 3. Más abajo trazaré mis objetivos, bien claros, para que lo podáis tomar de ejemplo si queréis.

2. Busca forma de motivarte, recuerda, no estás sola! Habla con otras princesas que estén haciendo una carrera, desahogate en twitter, etc. Al fin y al cabo todas tenemos el mismo objetivo.

3. Al final del día hazte éstas preguntas:
 
   - He cumplido mi objetivo de hoy? Si la respuesta es no, pregúntate porque, que ha fallado, que he podido hacer mal.

   - Cómo me he sentido a lo largo del día? (siempre respecto a nuestro objetivo) agobiada, triste, etc

   - He sentido ganas de dejarlo? O al contrario, estoy más motivada? Porque?

   - Qué has hecho para no dejar tu objetivo, o para motivarte más?

Esto es todo, fácil verdad? :) Al final de la carrera pondré otras preguntas de el estilo, y esas si que me gustaría que las compartieseis conmigo, por supuesto, si queréis compartir también las respuestas de cada día conmigo, aquí estoy :p Os dejo mis objetivos y mis metas:

Meta: Pesar 43kg de aquí al 24 de diciembre

Objetivos: 1. Bajar un kg diario.
                 2. Ayunar (hasta que el cuerpo aguante)
                 3. Beber mucha agua. "SHEYLA NO TE OLVIDES DE BEBER!" :D
                 4. Salir menos con mis amigas y centrarme en el trabajo (les encanta salir a merendar, y eso puede hacer que en algún momento de debilidad, falle mi objetivo del día)
                 5. Hacer un registro diario de ingestas, o líquidos, pero si como cualquier cosa, apuntarlo, porque lo hice y si realmente tenía hambre.
                 6. Al final del día hacer mi reporte diario y subirlo a twitter.

Bueno, de momento este es mi objetivo, no he tenido tampoco mucho tiempo de pensar, así es que cada día los revisaré y si lo necesito añadiré o quitaré objetivos, depende de como me sienta más a gusto.

P.D: espero que os guste esta idea, es una nueva forma de hacer una carrera, anoche no podía dormir y me puse a estudiar psicología xD y se me ocurrió esto.

Besitos! Shey.

jueves, 6 de septiembre de 2012

Carrera de kilos septiembre

Hola princesas! Aquí os dejo las reglas y puntajes de la carrera, empezaremos el 10 de septiembre y acabaremos el 10 de octubre.

Reglas:
- Es importante la sinceridad a la hora de enviarme vuestra puntuación diaria. Recordad que mintiendo os mentis a vosotras mismas, y que nadie juzga a nadie.

- No os tomeis la carrera como algo competitivo, el objetivo es darnos apoyo entre nosotras y perder esos kilitos q tanto odiamos ;)

- Enviadme diariamente las puntuaciones, y semanalmente el peso perdido.

- Si pasan 3 días sin enviar las puntuaciones, quedais fuera de la carrera.

Puntos:

COMIDA:
- Ayuno:  100 ptos
- 100 kcal: 80 ptos
- 200 kcal: 70 ptos
- 300 kcal: 60 ptos
- 400 kcal: 50 ptos
- 500 kcal: 40 ptos
- 600 kcal: 30 ptos
- 700 kcal: 20 ptos
- 800 kcal: 10 ptos
- 900 kcal: 0 ptos
- 1000 kcal o más: -20 ptos
- Atracón:  -50 ptos

EJERCICIO:
- Cada 30 min. de cardio: 25 ptos
- Cada 20 repeticiones de ejercicios para fortalecer: 2 ptos

LIQUIDOS:
- 1 litro de agua: 10 ptos
- 1'5 litros: 15 ptos
- 2 litros: 20 ptos
- mas de 2 litros: 25 ptos

PUNTOS EXTRA:

- Cuidado corporal (cremas, maquillarse etc): 10 ptos
- Leer, escribir, hacer tareas: 10 ptos
- Reporte diario de puntos: 20 ptos
- 3 días seguidos de ayuno: 10 ptos
- 1 semana de ayuno: 50 ptos
- Tomar chicles, cafe o te sin azucar: 10 ptos

Eso es todo princesas, la ganadora será felicitada mediante twitter x todas las demás participantes.
Ánimo a todas, stay strong!

domingo, 22 de abril de 2012

Tu me acercas a Ana, gracias

Extra extra! Mi madre me pide que le de los 150 euros q he ganado haciendo un cortometraje, para cubrir mis gastos. Con esto quiere decir, si comes, pagas; si bebes, pagas; si te duxas, pagas; si vives PAGAS!
Bueno, no hay problema, siempre me ha odiado y siempre he fingido que me quería, ahora bien, hasta ayer, yo estaba haciendo un ayuno parcial osea, una comida ligera y muxa agua. No voy a darle el gusto de pagar por vivir, asi es que he de decir "gracias mami" xq tu me has dado la fuerza que me faltaba para empezar el ayuno completo.
No es una llamada de atención, asi es q tranquila, q tu podrás seguir con tu vida.
Gracias de nuevo, xq ya no tengo q inventarte excusas, puedo sentarme y mirar como tragas, y cuando me digas "Come" te diré "No, no tengo dinero (ni hambre)" disfrutaré viendote comer, xq se q cada bocado tuyo son X calorías q no entrarán en mi cuerpo. Tengo la excusa perfecta, cuando mis amigos digan "vienes a comer?" dire "como en casa" pero ellos no sabrán q es mentira.

Por todo esto Gracias Mamá.

Atentamente, la que creía ser tu hija ;)

miércoles, 28 de marzo de 2012

CARTA DE ANA, a todas mis princesas

Querida Amiga: Déjame presentarme. Mi nombre, o como me llaman los "doctores" es Anorexia. Anorexia Nerviosa es mi nombre completo, pero tú me puedes llamar Ana. Con un poco de suerte nos podemos volver grandes amigas. En los próximos meses, invertiré mucho tiempo en ti, y esperaré que tú hagas lo mismo por mí.
En el pasado ya has escuchado a todos tus profesores y padres hablando sobre ti. Eres "tan madura", tienes "tanto potencial". ¿A donde te ha llevado todo eso, si se puede saber? A ningún lado!! No 'eres perfecta, y no estás tratando lo suficiente, en vez de eso pasas tu tiempo pensando y hablando con tus amigos! Esos actos de indulgencia no serán permitidos en el futuro.

Tus amigos no te entienden. No dicen la verdad, son mentirosos. En el pasado, cuando la inseguridad había ganado silenciosamente tu mente, preguntabas "¿Me veo....gorda?" Y ellos te respondían "no, claro que no" y tu sabías que mentían! Sólo yo digo la verdad.

Tus padres, mejor ni empecemos! Tú sabes que te aman, y que se preocupan por ti, pero parte de eso es porque son tus padres y están obligados a hacerlo. Te voy a contar un secretito: en el fondo, están decepcionados contigo. Su hija, la misma que tenía tanto potencial, se ha vuelto una vaca gorda y floja.

Pero yo voy a cambiar todo eso.

Voy a esperar mucho de ti. Empezarás lentamente: disminuyendo la cantidad de grasa, leyendo la información nutricional, deshaciéndote de la comida basura. Por un tiempo, el ejercicio será simple: Correr un poco, unos abdominales, unas sentadillas. Nada muy fuerte. Tal vez perder unos kilitos, deshacerte de ese rollito en la barriga. Pero no pasará mucho tiempo hasta que te empiece a decir que eso no es suficiente. Te exigiré que bajes tu ingesta de calorías y subas el ejercicio. Te llevaré al límite. ¡Tú lo harás porque no me puedes desafiar! Estoy comenzando a unirme a ti. Dentro de pronto, estaré siempre contigo. Estoy ahí cuando te levantas en la mañana y corres a pesarte. Los números se vuelven amigos y enemigos, y tus pensamientos rogando que sean más bajos que ayer, que anoche, etc.vomitarás cuando veas grasa, y sonreirás cuando veas hueso. Estoy ahí cuando calculas el plan del día: 400 calorías, 2 horas de ejercicio. Yo soy la que está calculando todo eso, porque ahora tus pensamientos y los míos se están volviendo uno solo. Yo te sigo durante el día en el colegio, cuando tu mente se pasea por ahí yo te doy algo en que pensar. Recuenta las calorías que has comido. Son demasiadas. Yo lleno tu mente con comida, calorías, peso, IMC, y cosas que son buenas. Porque ahora ya estoy dentro de ti. Estoy en tu cabeza, en tu corazón y en tu alma. Los rugidos de tu estómago que pretendes no escuchar en realidad son mis sonidos, adentro tuyo Muy pronto te estaré diciendo no sólo que hacer con la comida, sino que hacer todo el tiempo. Sonríe Preséntate bien. Mete la barriga! Puedo hacer que un plato de lechuga se vea como un festín digno de un reina. Ningún pedazo de nada....si comes, todo el control se romperá, quieres eso? Volver a ser la horrible vaca que eras? Te obligo a mirar a las modelos de las revistas, tan hermosas, tan perfectas, y te hago comprender que nunca podrás ser una de ellas. Siempre serás gorda. Cuando te mires al espejo, distorsionaré la imagen.

Estarás hambrienta. Pero tú no debes enterarte, porque si sabes la verdad, comenzarás a comer otra vez y nuestra relación se caerá. A veces te rebelarás. Con suerte no lo suficientemente seguido. Reconocerás la fibra rebelde en tu cuerpo y te atreverás a bajar a la oscura cocina. La despensa se abrirá lentamente, rechinando. Tus ojos irán a la comida que yo he mantenida a una distancia segura. La comerás, mecánicamente, sin disfrutarlas realmente, simplemente acomodándote en el hecho de que estás yendo en mi contra. Irás por una caja de galletas, después otra. Tu barriga se hinchará y se vera grotesca, pero no te detendrás. Y todo ese tiempo yo te estará gritando para que pares, vaca gorda, no tienes auto control, te vas a poner gorda. Cuando acabes, volverás corriendo hacia mí, pidiéndome consejo porque de verdad no quieres volver a estar gorda. Rompiste una regla cardinal y comiste, y ahora quieres que vuelva. Yo te obligaré a ir al baño, te pondré de rodillas. Tus dedos se insertarán en tu garganta, y no sin dolor, tu atracón saldrá. Esto se repetirá y se repetirá, hasta que botes sangre y agua y sepas que todo se ha ido. Cuando te pares, te
sentirás mareada. No te desmayes Párate ahora mismo. Vaca gorda, mereces el dolor! Tal vez la forma en la que elimines el sentimiento de culpa será diferente. Tal vez elija hacerte tomar laxantes, haciéndote sentar en el baño hasta las altas horas de la madrugada, sintiendo tus entrañas llorar. O tal vez se me ocurra que te tienes que hacer daño. Cortarte es efectivo. Quiero que veas tu sangre, verla correr por tu brazo, y entenderás que mereces cualquier dolor que yo te dé. Estás deprimida, obsesionada, adolorida, buscando ayuda pero no la encontrarás. A quién le importa? Tú te lo mereces, tu misma hiciste esto. OH, es esto duro? No quieres que te ocurra? Soy injusta? Yo te ayudo. Yo hago posible que tu dejes de pensar cosas que te estresan. Pensamientos de rabia, tristeza, desesperación, y soledad cesan porque yo me los levo y lleno tu cabeza con la metódica cuenta de calorías. Yo me llevo tu lucha por encajar con los chicos de tu edad, tu lucha por complacer a tus padres, tu lucha por complacer a los demás. Porque ahora, yo soy tu amiga, y soy la única a la que debes complacer. Tengo un punto débil. Pero no debemos decírselo a nadie. Si tu decides luchar, contarle a alguien cómo te hago vivir, el infierno se liberará.
adie debe enterarse, nadie debe romper esta máscara tas la cual te he escondido. Yo te he creado, esta niña perfecta, delgada, cumplidora. Tu eres mía y sólo mía. Sin mí, no eres nada. Así que no luches. Cuando otros hagan comentarios, ignóralos. Olvídate de ellos, olvídate de cualquiera que trate de llevarme. Yo soy tu más grande logro, y pretendo dejarlo así. Sinceramente, Ana.