Segundo ingreso en la clínica
"PREVI". Estaba enfadada, me sentía engañada... creí que nunca
volvería allí. Odiaba a todas las que trabajaban allí especialmente al
endocrino y a la enfermera. Y me sentía fuera de lugar "¿Qué hace una
gorda como yo en un sitio como este?" (Al final del texto he puesto unas
imágenes del centro para que os ubiquéis) Me prometieron que solo estaría allí
un mes y que luego me darían el alta, teniendo que ir sólo a terapias
individuales y alguna de grupo. Fue un mes difícil, no aceptaba las normas del
centro, muchas de ellas las veía absurdas. Habían normas para todo:
convivencia, comida, paseos, móvil, tabaco, etc.
Un día
"normal" en la clínica: De 8h a 9h nos despertaban e íbamos a
asearnos. De 9h a 9'15h Desayuno, un vasito de zumo. Después de desayunar
podíamos salir a fumarnos un cigarro, sólo uno, la auxiliar estaba controlando
que no nos fumásemos dos. A las 10h empezaban a venir las chicas de centro de
día, preparábamos la mesa y almorzábamos. En el almuerzo y la merienda podías
elegir entre un tazón de leche o dos yogures, que acompañaba a un bocata de
queso con fiambre (el tamaño del bocata dependía de la dieta que te pusiese el
endocrino). El almuerzo empezaba a las 10h y teníamos que terminar a las
10'30h, os recuerdo que una de las normas era comérselo todo, incluso las migas
que caían del bocata, era bastante absurdo vernos a todas recogiendo las miguitas
del plato con los dedos. Luego íbamos todas juntitas a lavarnos los dientes y
de 11h a 12h empezaba la terapia de grupo (nutrición, collage, psicoterapia,
imagen corporal, habilidades sociales, expresión corporal, masajes o arte
terapia). A las 12h íbamos al baño, y si era lunes, miércoles o viernes,
teníamos que mear por obligación porque luego nos tocaba peso. Luego del baño o
el peso nos íbamos de paseo, donde se nos permitía fumar y usar el móvil
durante 15 minutos, los horarios de paseo eran de 12'30h a 13'30, de 15'45 a
16h, de 18'45 a 19h y de 21'45 a 22h. Los paseos para mí eran algo humillantes,
paseábamos con una auxiliar y con la enfermera a veces también con una
psicóloga. Digo humillante porque las auxiliares trabajaban vestidas como en
los hospitales y tenían la mala costumbre de no cambiarse de ropa al salir a la
calle. Yo me sentía como si fuésemos un grupo de locas atadas por una cuerda y
guiadas por la enfermera, o un rebaño de ovejas (así me sentía a casi todas
horas). Como antes dije, para el paseo también habían unas normas: teníamos que
andar muy lentas, porque el andar rápido se interpretaba como que queríamos
quemar calorías. A mí me gustaba andar rápido, me daba vergüenza que la gente
me viese con el rebaño, o que me encontrase a alguien conocido y se enterase de
que estaba enferma. Pero el andar rápido me perjudicaba más y hacía llamar más
la atención, ya que si me adelantaba un poco la auxiliar me gritaba
"Sheyla, para, con calma que vamos de paseo". Tampoco podías parar a
mirar escaparates, sobretodo tiendas de ropa (todavía no entiendo el motivo de
esa norma) era un poco difícil cumplirla, ya que estábamos en una zona de
Valencia conocida por la gran cantidad de tiendas que hay. De 14h a 14'45h
comíamos, luego íbamos al baño y hacíamos reposo, aquí la mayoría de chicas
dormían siesta, yo veía la tele. De 17h a 18h teníamos tiempo libre, podíamos
jugar a juegos de mesa, leer, escribir, lo que sea que no implicase ejercicio
físico. Después de la merienda venía una educadora/animadora y hacíamos
actividades que ella traía preparadas. Este era el mejor momento del día,
íbamos a museos, a pasear por el río, a veces incluso bailábamos, íbamos a la
bolera, o a la feria. Casi siempre era muy divertido (aunque también dependía
de que educador viniese, os hablaré de los trabajadores de la clínica en el
siguiente capítulo). Ya al acabar la actividad cenábamos, esto era a las 20'45h
hasta las 21'30h. Bajábamos a pasear y nos despedíamos de las pacientes de
centro de día. Nos poníamos el pijama y veíamos un rato la tele hasta las 23h.
Esto es más o menos lo que solíamos hacer, en este centro por suerte no habían
cámaras, aunque seguías teniendo a las auxiliares como perrito faldero, incluso
para dormir te controlaban, más de una vez me llamaron la atención porque por
la noche ya en la habitación intentaba hacer algo de ejercicio, pero nada, era
totalmente imposible, ¿y vomitar? ¡Ni pensarlo! Te podía caer una buena....
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