miércoles, 5 de diciembre de 2012

Capítulo 5, La clínica


Segundo ingreso en la clínica "PREVI". Estaba enfadada, me sentía engañada... creí que nunca volvería allí. Odiaba a todas las que trabajaban allí especialmente al endocrino y a la enfermera. Y me sentía fuera de lugar "¿Qué hace una gorda como yo en un sitio como este?" (Al final del texto he puesto unas imágenes del centro para que os ubiquéis) Me prometieron que solo estaría allí un mes y que luego me darían el alta, teniendo que ir sólo a terapias individuales y alguna de grupo. Fue un mes difícil, no aceptaba las normas del centro, muchas de ellas las veía absurdas. Habían normas para todo: convivencia, comida, paseos, móvil, tabaco, etc.
Un día "normal" en la clínica: De 8h a 9h nos despertaban e íbamos a asearnos. De 9h a 9'15h Desayuno, un vasito de zumo. Después de desayunar podíamos salir a fumarnos un cigarro, sólo uno, la auxiliar estaba controlando que no nos fumásemos dos. A las 10h empezaban a venir las chicas de centro de día, preparábamos la mesa y almorzábamos. En el almuerzo y la merienda podías elegir entre un tazón de leche o dos yogures, que acompañaba a un bocata de queso con fiambre (el tamaño del bocata dependía de la dieta que te pusiese el endocrino). El almuerzo empezaba a las 10h y teníamos que terminar a las 10'30h, os recuerdo que una de las normas era comérselo todo, incluso las migas que caían del bocata, era bastante absurdo vernos a todas recogiendo las miguitas del plato con los dedos. Luego íbamos todas juntitas a lavarnos los dientes y de 11h a 12h empezaba la terapia de grupo (nutrición, collage, psicoterapia, imagen corporal, habilidades sociales, expresión corporal, masajes o arte terapia). A las 12h íbamos al baño, y si era  lunes, miércoles o viernes, teníamos que mear por obligación porque luego nos tocaba peso. Luego del baño o el peso nos íbamos de paseo, donde se nos permitía fumar y usar el móvil durante 15 minutos, los horarios de paseo eran de 12'30h a 13'30, de 15'45 a 16h, de 18'45 a 19h y de 21'45 a 22h. Los paseos para mí eran algo humillantes, paseábamos con una auxiliar y con la enfermera a veces también con una psicóloga. Digo humillante porque las auxiliares trabajaban vestidas como en los hospitales y tenían la mala costumbre de no cambiarse de ropa al salir a la calle. Yo me sentía como si fuésemos un grupo de locas atadas por una cuerda y guiadas por la enfermera, o un rebaño de ovejas (así me sentía a casi todas horas). Como antes dije, para el paseo también habían unas normas: teníamos que andar muy lentas, porque el andar rápido se interpretaba como que queríamos quemar calorías. A mí me gustaba andar rápido, me daba vergüenza que la gente me viese con el rebaño, o que me encontrase a alguien conocido y se enterase de que estaba enferma. Pero el andar rápido me perjudicaba más y hacía llamar más la atención, ya que si me adelantaba un poco la auxiliar me gritaba "Sheyla, para, con calma que vamos de paseo". Tampoco podías parar a mirar escaparates, sobretodo tiendas de ropa (todavía no entiendo el motivo de esa norma) era un poco difícil cumplirla, ya que estábamos en una zona de Valencia conocida por la gran cantidad de tiendas que hay. De 14h a 14'45h comíamos, luego íbamos al baño y hacíamos reposo, aquí la mayoría de chicas dormían siesta, yo veía la tele. De 17h a 18h teníamos tiempo libre, podíamos jugar a juegos de mesa, leer, escribir, lo que sea que no implicase ejercicio físico. Después de la merienda venía una educadora/animadora y hacíamos actividades que ella traía preparadas. Este era el mejor momento del día, íbamos a museos, a pasear por el río, a veces incluso bailábamos, íbamos a la bolera, o a la feria. Casi siempre era muy divertido (aunque también dependía de que educador viniese, os hablaré de los trabajadores de la clínica en el siguiente capítulo). Ya al acabar la actividad cenábamos, esto era a las 20'45h hasta las 21'30h. Bajábamos a pasear y nos despedíamos de las pacientes de centro de día. Nos poníamos el pijama y veíamos un rato la tele hasta las 23h. Esto es más o menos lo que solíamos hacer, en este centro por suerte no habían cámaras, aunque seguías teniendo a las auxiliares como perrito faldero, incluso para dormir te controlaban, más de una vez me llamaron la atención porque por la noche ya en la habitación intentaba hacer algo de ejercicio, pero nada, era totalmente imposible, ¿y vomitar? ¡Ni pensarlo! Te podía caer una buena....









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