martes, 18 de diciembre de 2012

capítulo 7

Voy a seguir hablando de la clínica, ya que pasé mucho tiempo allí. En ese sitio tenías que tener algo muy claro: "O respetas las normas o pasarás más tiempo aquí del que creías" esa acabó siento mi actitud, evidentemente fue bastante tarde cuando me dí cuenta de esto...
Lo intenté, intenté respetar todas las normas, pero cada vez alargaban más mi estancia allí y eso me hacía derrumbarme cada día más. Hubo una época en que fue realmente duro para mí estar allí.
Como ya dije anteriormente, nos visitaba un endocrino, Jordi, cada dos semanas. Al entrar en la clínica te ponía la dieta más baja, 800kcal diarias. Con esa dieta empecé, y cuando Jordi lo creyó necesario me subió la dieta a 1000kcal, y de nuevo a 1200kcal. Conforme iba subiendo la dieta, yo iba subiendo de peso y eso no lo podía soportar... En esa época ya tenía algunos permisos, es decir, podía volver a casa el fin de semana y entre semana salir yo sola un par de horas al día. Aproveché para apuntarme a funky, lo cual provocó que bajase de peso y a consecuencia Jordi me volvió a subir la dieta. "Estás gastando mucha energía, tendremos que subir a 1400kcal"
No... no podía soportarlo, más comida no... Comencé una especie de lucha con Jordi, si el me subía la dieta, yo haría más por adelgazar, y si yo adelgazaba, el me volvía a subir la dieta. Y así estubimos, hasta que llegó a ponerme 1800kcal diarias y yo bajé a 45kg. Sinceramente no recuerdo cómo lo hice, porque con la cantidad de comida que me ponían era realmente difícil bajar de peso. Cada día odiaba más el momento de pesarse... sobretodo porque no podíamos saber nuestro peso hasta que no hablásemos con nuestra psicóloga, finalmente uno de esos días en que me fuí a pesar, antes de subir a la báscula la enfermera me dijo "Si has bajado un gramo, ya sabes lo que hay, llamaré a Jordi para que te atienda antes".
Claro, solo faltaba eso, que me adelantasen la visita con el endocrino...
Se reunieron la enfermera, el endocrino y mi psicóloga para hablar de "mi caso" y ponerme ciertas normas, únicamente para mi. Me retiraron todos los permisos, por lo que tuve que dejar el baile. No podría salir, ni si quiera en los paseos controlados, tendría mis horarios de fumar y de móvil como siempre, pero no saldría del centro.
Aquello ya me parecía exagerado, y muy injusto, pensaba que estaban todos en contra mía, que querían hacerme engordar y ya está, que nadie pensaba en como me podía sentir. Pero me prometí a mi misma que cumpliría las normas, así que lo acepté. Pero un día añadieron otra norma, de la que nadie me había informado, estábamos haciendo la actividad con la educadora, íbamos a preparar una coreografía pero yo no podía hacer esa actividad, entró la enfermera y me dijo que me sentase, que yo no tenía permitido bailar... Tenía que estar allí sentada, en la única hora del día en que me lo pasaba bien, mirando como mis compañeras se divertían.
En ese momento me empezó a consumir la rabia, la impotencia, porqué tantas normas? porque me trataban de forma tan distinta a las otras pacientes? Esa rabia tenía que salir por algún lado, ya eran demasiadas cosas acumuladas, ya no podía soportarlo. Salí del comedor y empecé a llorar, a dar golpes, a romper cosas, a hacerme arañazos, heridas... Había perdido el control, la rabia se había apoderado de mi, no podía pensar con claridad, solo podía sacar la rabia a base de puñetazos, era tal la rabia que ni si quiera sentía dolor en mis puños, ni en las heridas que me había hecho. Llamaron a mi psicóloga para que me parase los pies, llegó, se paró delante mío sin decir nada, solo cruzó los brazos y se quedó mirando lo que hacía. No se cómo, ni porqué, me derrumbé, caí al suelo como si no me quedasen fuerzas para seguir en pie, me limité a mirarme las manos y toda la ropa llena de sangre, el suelo manchado de gotas de sangre, las paredes....
Entonces supe lo que había hecho, pensé en mis compañeras, lo habían oido todo, se habrían asustado y les había fastidiado la actividad... sabía que mi locura había alcanzado el límite, sabía que había hecho mal y que iba a tener consecuencias.
Al día siguiente hablé con mi psicóloga, lo primero que hizo fue explicarme que por algo así deberían expulsarme, pero que no podían hacerlo porque estaba en muy bajo peso y necesitaba estar controlada. Luego me fue diciendo las consecuencias, la primera fue cortarme las uñas para que no pudiese arañarme y que si me veían que intentaba arañarme me pondrían unos guantes. Otra de las consecuencias fue limpiar todo el centro, y poner yo sola la mesa. La última y la que más me costó, fue pedir perdón a todos, a mis compañeras, a las auxiliares, la educadora, a toda persona que presenció aquello... Tenía mucho orgullo pero sabía el mal que hice y me daba muchísima vergüenza reconocerlo.
Aquella fue la última vez que me revelé de tal manera... Los días pasaban y yo cada vez me sentía peor, tenía que aceptar la dieta que me habían puesto, pero no podía comer tanto en tan poco tiempo... recordáis la norma "si no acabas de comer dentro del tiempo estipulado, batido hipercalórico"? Pues me tocaba comer casi un batido diario, me era casi imposible comer todo aquello en 45 minutos, tenía el doble de comida que el resto de pacientes.... Siempre acababa llorando y tomándome un batido... Sino, cuando podía comerlo todo acababa super hinchada, tenía que comer muy rápido y psicológicamente eso me afectaba mucho, me sentía una cerda, sentía como si a cada comida me estuviese dando un atracón. De que forma podía parar esto? Cómo podía hacer para salir de allí? o que me bajasen la dieta? Tendría que negociar con el endocrino, tendría que hacer las paces con él? Que hubieseis hecho vosotras?
En el siguiente capitulo contaré que hice finalmente.

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