martes, 27 de noviembre de 2012

CAPITULO 3 (conociendo a Ana)


Pues sí, Ana me conoció, pero no se presentó solo observaba e iba entrando poco a poco en mi mente sin que yo me percatase esperando el momento adecuado para decirme:
“Hola, yo soy la anorexia y soy la única que va a hacerte feliz, ya no te atreves a matarte, no es una opción. Vas a seguir viva, yo te mantendré viva (que ironía) y feliz, no querrás NUNCA deshacerte de mí. Ahora, yo soy tu realidad y tú serás yo.”
Entonces ya tenía una ligera idea de lo que era la anorexia y empecé a leer sobre ella, no me compré ningún libro, curiosamente mi madre tenía montones de libros que hablaban del tema.
¿Pensaba mi madre que tenía anorexia? ¿Lo supo ella antes que yo?
Es evidente que tenía sus sospechas. Pero bueno, a lo que iba, leí mucho, me informé y acto seguido lo negué. “¡Es una locura! ¿Dejar de comer para bajar de peso? ¡Yo no hago eso! Solo estoy haciendo una dieta temporal, yo no soy de “esas”, además casi no he bajado de peso…”
Y así miles de pensamientos contradictorios que intentaban boicotear la idea de que yo estuviese sufriendo anorexia. Ignoraba cada síntoma, cada pensamiento que afirmase aquello. Sólo buscaba la forma de ser feliz y aparentemente la había encontrado. Aquello que generaba todos mis problemas era mi peso: “mi madre me ha abandonado porque estoy gorda. La gente me mira mal porque estoy gorda. Mi padre se ha matado porque estoy gorda. Estoy triste porque SOY GORDA.” Ahora me doy cuenta de que todos estos pensamientos no eran más que un intento por evadirme de la realidad. Era una realidad muy dolorosa; padre muerto, mi madre se va de casa, mis “amigos” me evitan, he hecho daño a mi familia, mi familia está triste, no soy capaz de cuidar a los míos como mi padre querría, etc.
Cuántas cosas, demasiadas para una chica de 16 años. Sinceramente, no quería crecer, madurar… pero era lo que tocaba “ya no soy una adolescente, no puedo serlo, he de ser adulta, he de crecer! Pero NO QUIERO!!” Negarse a madurar… ese era mi verdadero problema, madurar significa ver las cosas tal y como son, aceptar que la vida está llena de obstáculos pero que hay que romperlos, no retroceder ni esquivarlos.
Finalmente mi madre me llevó a un psicólogo, pero no me gustó y no volví. Me llevó a otro y a otro y otro y otro… pero yo los odiaba, porque ninguno me decía lo que quería oír. Seguía siendo menor de edad así que mi madre era quien decidía que hacer conmigo. Le recomendaron una clínica privada que subvencionaba la seguridad social y allí fui. Me hicieron no sé cuantos test y me diagnosticaron “anorexia nerviosa”. Aquello era un centro de día (por suerte no tenias que llevar ropa de hospital) y pocas eran las que se quedaban 24h… a mí me tocó. Nada mas entrar me explicaron las normas y me registraron la maleta, estas eran algunas de las normas:
-          No sentarse a la mesa con chaquetas que tengan bolsillos.
-          El almuerzo y la merienda duran 30 minutos, la comida y la cena 45 minutos. Si no acabas todo lo que hay en el plato en ese tiempo, consecuencia. La consecuencia era que te hacían tomar un batido hipercalórico.
-          Lo que sale de la cocina no vuelve a entrar (es decir, hay que comérselo todo sin dejar una sola miga, si te niegas… batido)
-          Después de cada comida hay que permanecer en reposo. (Solo con que movieses las piernas ya te reñían)
-          Horarios para ir al baño, y tenemos que ir todas juntas con la supervisión de una enfermera y con la puerta entreabierta. Tampoco podías tirar tú de la cadena, tenía que hacerlo la enfermera.
Estas eran por así decirlo las normas que peor llevaba, no aguanté ni una semana allí, intenté escaparme por el balcón (era muy bajito y era fácil salir). Mala suerte la mía que creyeron que me iba a suicidar. WTF?? No había ni tres metros de altura! Hubo consecuencia por eso… Me expulsaron y me enviaron a otra clínica, pero esta vez no era especializada en trastornos de la alimentación. Barcelona… muy lejos de mi familia, de mis amigos (vivo en Valencia)
Aquel sitio era distinto, y peor… cualquier mal comportamiento, llamaban a mi psiquiatra y a los celadores me metían un pinchazo para sedarme y me ataban a la cama (o como a ellos les gustaba llamarlo “contención”).
Bueno, esta es una etapa muy larga, pasé unos 5 meses allí, así que hablaré de ella en el siguiente capítulo, ahora tengo que seguir trabajando xD.

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