lunes, 7 de noviembre de 2011

Recuerdas...

Recuerdas cuando eras niño y creías en los cuentos de hadas? Aquella fantasía de cómo sería tu vida, vestido blanco, el príncipe azul que te llevará a un castillo en medio del monte... te acostabas por las noches, cerrabas los ojos y tenías una fe absoluta. Papá Noel (Santa), el ratoncito Pérez, el príncipe azul, estaban tan cerca que les podías sentir, pero poco a poco creces, un día, abres los ojos y el cuento de hadas desaparece, la mayoría de la gente acude a las cosas y a las personas en quien pueden confiar, lo que ocurre es que es difícil dejar del todo a un lado ese cuento de hadas, porque casi todo el mundo tiene todavía ese pequeño gramo de ilusión, de fe, de que algún día abrirán los ojos y todo se hará realidad. Al final del día, la fe es algo curioso, se presenta cuando menos te lo esperabas, es como si un día te dieras cuenta de que el cuento de hadas puede ser un poco diferente de lo esperado, el castillo, bueno, puede no ser un castillo, pongamos un pisito en la ciudad, el príncipe azul... el icono de hombre perfecto, mejor conformarse con alguien que simplemente te quiera y no es tan importante ser felices y comer perdices para siempre, solo que seas feliz en este momento. Una vez cada cierto tiempo, una vez cada luna llena, la gente te sorprenderá y una vez cada cierto tiempo, la gente puede sorprenderte hasta tal punto que no te deje respirar.
Aún así, no dejemos de soñar, porque soñar es lo que nos hace vivir, aunque al despertar veamos que no vivimos en un mundo perfecto, vivimos, y eso es lo importante; no vivimos en un cuento de hadas, pero podemos contruir el nuestro propio, viviendo el presente sin adelantarnos al futuro, construyendo el futuro sin olvidar nuestro presente.

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